9.3.16

La Mella llegó a mí una mañana de Febrero, dónde mi única preocupación era no perderme en medio de la facultad, el poder realizar todos los trámites de inscripción a mi casa sin morir en el intento, con un verano que no daba respiro. Fue una mañana caótica, en la qué me odié por haber elegido jean y no short. Traspirabas nervios.
Llegué y Tincho me interpeló. Me interpeló él, no la Mella. Pero eso sirvió para que se abriera una puerta que nunca más se cerró.
LLegué a la Mella en Abril, en Marzo dí mis primeros pasos y a mitad de Abril me decidí. Me animé.
No entendía nada. No entendía la dinamica, menos la insistencia constante. Me parecía exagerado el anotarse en una grilla, y ni hablar el de tener que pedir reemplazo. No comprendía la organización y hasta por momentos me asustaba no ser muy consciente de dónde me estaba metiendo.
No me pregunté cuándo, ni por qué, pero de repente estaba sumergida, ya era parte. Y lxs queria, quería a cada compañerx, aunque no supiera nada sobre ellxs, aunque apenas los conociera, estaban ahí conmigo,con frio, con calor, con sueño, con cansancio, con manija, con hambre, estaban ahí, porque los motivaba lo mismo que a mí, el sueño de un mundo diferente. Pero ellxs no solo soñaban, creaban también. Pensaban politica, discutían, se formaban, pero sobre todo.. se acompañaban. 
De repente, asimilé lo que significaba ser un "compañerx", palabra que tanto tiempo me había hasta causado gracia, cobraba sentido, se llenaba de contenido. Ni amigx, ni conocidx, ni familia, sencillamente compañerx. Comprendí la importancia de dejar de lado el cansancio y hasta algunos caprichos personales, para dejar de ser Coti, y convertirme en un colectivo militante.
Militar desde el corazón, con amor pero también con politíca y organización. Enseñarnos el unx al otro, acompañarnos, alentarnos cuando todo parece perdido, abrazarnos. 
Porque cuando creí estar sola, había un alguien sosteniendome la mano.
Porque cuando no me creí capáz, hubo alguien diciendome que yo podía.
Porque cuando creí que ya no valía la pena el esfuerzo, hubo una organización que me devolvió las ganas de creer.
Porque comencé ese 2015 asegurando que "no iba a militar ni loca", por que no había bandera donde me sintiera representada, porque no encontraba el lugar ideal, no existía. Y no, aprendí que una organización sin errores, está determinada al estancamiento y que la idea de "la organización ideal" sólo es un impulso para mejorar, para reveer constantemente nuestras prácticas y superarnos, pero juntxs, a la par. O crecemos todxs o no crece ningunx. 
Y queremos crecer junto al pueblo. Crear para vencer.
La mella, Patria Grande, me devolvió las ganas de creer, de superarme, de aprender del otrx, de escuchar lo que el otrx tiene para decir y de crecer.
Soy feliz. Y creo que es la primera vez en mi vida, que me siento completa, realizada.
Encontré mi lugar en el mundo y acá me voy quedar. Acá nos vamos a quedar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario