4.2.14

"Buenos aires crece descontrolada e imperfecta. Es una ciudad superpoblada en un país desierto.
Una ciudad en las que se yerguen miles y miles, y miles de edificios sin ningun criterio. 

Al lado de uno muy alto hay uno muy bajo. Al lado de uno racionalista hay uno irracional. 
Al lado de uno estilo francés hay otro sin ningún estilo. Probablemente éstas irregularidades nos reflejen perfectamente, irregularidades estéticas y éticas.
Estos edificios que se suceden sin ninguna lógica demuestran una falta total de plantificación, exactamente igual es nuestra vida, la vamos haciendo sin tener la más mínima idea de cómo queremos que nos quede.
Vivimos como si estuviésemos de paso en Buenos Aires, somos los creadores de la cultura del inquilino.
Los edificios son cada vez más chicos para darle lugar a nuevos edificios más chicos aún.
Los departamentos se miden en ambientes y van desde los excepcionales cinco ambientes con balcón, terraza, playroom, dependencia de servicio, baulera hasta el monoambiente o caja de zapatos.

Los edificios como casi todas las cosas pensadas por el hombre están hechas para que nos diferenciemos los unos de los otros. Existe un frente y un contrafrente, están los pisos altos y los bajos. Los privilegiados son identificados con la letra A, exepcionalmente la B, cuanto más progresa el abecedario menos categoría tiene la vivienda. La vista y la luminosidad son promesas que rara vez coinciden con la realidad.
¿Que se puede esperar de una ciudad que le da la espalda a su río?."

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